Los datos recopilados por los autores arrojaron que las medidas de las habitaciones oscilan entre los 6 m2 y 16 m2. En varios de los casos, viven tres personas en una pieza, llegando a un máximo de seis integrantes en un mismo espacio.
La tasa de migrantes corresponde al 4,4% de la población total que vive en el país, según el Censo 2017. En dicha medición también se reveló que Estación Central concentra una de las mayores poblaciones migrante, equivalente a un 17% del total de la gente que vive en la comuna. Con esa información presente, los arquitectos de la Escuela de Arquitectura de la USACH, Alexandre Carbonnel y Daniel Escobar, junto al antropólogo Cristián Carrère, realizaron un estudio sobre las precarias condiciones de habitabilidad, cuyo contenido está presente en el fanzine Migrantes. Arriendo informal en Estación Central, publicado por Editorial USACH y con apoyo del Fondo Vime de esa casa de estudios.
Para Carbonnel, hay ciertas causas que explican por qué hay mayor presencia de población migrante en dicha comuna con relación a otras: “Estación Central es un punto de conexión neurálgico de la ciudad. El transporte, como las estaciones de metro y los terminales de buses, facilitan la llegada y desplazamientos de migrantes hacia esta zona. Otro factor es el comercio ambulante, que es una de las principales fuentes de ingreso de la población que no tiene una fuente laboral más formal”.
La investigación se hizo con una muestra de 1.500 personas, entre 2018 y 2019. Durante ese periodo, y gracias a la buena acogida de los habitantes, los autores detectaron cuatro tipos de viviendas: la subdivisión de recintos en una casa antigua, construcción de nuevas habitaciones en el patio interior de una casa, construcción de bloques de habitaciones y construcción de habitaciones dentro de un galpón. Las medidas de las habitaciones oscilan entre los 6 m2 y 16 m2. En la mediana de los casos viven tres personas en una pieza, llegando a un máximo de seis integrantes en un mismo espacio.
Junto al hacinamiento, en la habitación se realizan múltiples tareas domésticas: desde cocinar hasta la sociabilización y el descanso. Daniel Escobar explica que “se rompe con el esquema de la vivienda tradicional. En algunos casos la cocina se vuelve un hábitat más grande, donde aparecen diversos aparatos para cocinar y circula mucha gente. Es súper peligroso, porque la mayoría de las casas que visitamos no tienen luz natural ni ventilación, entonces se crea un foco riesgoso para posibles incendios”.
Los permisos de residencia temporal y/o definitiva, la posesión de una cuenta bancaria y el idioma, en casos como la población haitiana que no es hispanoparlante, son requisitos ciudadanos que actúan como fuertes barreras en el acceso a condiciones de habitabilidad adecuadas, indican los autores en el fanzine. Para Cristián Carrère, lo anterior significa estar fuera del sistema. “No acceden a una Visa, por ende no acceden a un empleo, ni al mercado habitacional, y así sucesivamente. Hay una dificultad para integrarse al sistema administrativo que no les permite vivir en condiciones dignas”, señala el antropólogo.
En la publicación se indica que el 80% de los encuestados no cuenta con un contrato de arriendo, lo que se traduce a una transacción monetaria directa con el administrador del recinto. Al estar fuera del sistema y no obtener información fiable, muchos inmigrantes desconocen cuáles son los precios reales del mercado habitacional y acceden a los precios que fijan sus arrendatarios. Así, los investigadores revelaron que la mediana del valor de arriendo informal por m2 llega a los casi 13 mil pesos, cifra que si se compara con los valores existentes en el mercado corresponde a un 74% superior.
“El arriendo informal se ha transformado en un negocio, y los efectos negativos los está asumiendo una población en situación de alta vulnerabilidad”, dicen los autores en el fanzine.